Ser un jefe cercano, divertido y bromista puede ser una buena opción de liderazgo, pero tampoco hay que pasarse. Abusar de los chistes y no aportar nada más al equipo puede ser contraproducente, sobre todo en determinados contextos: el humor mal utilizado puede ser percibido como una falta de sensibilidad o incluso puede provocar una pérdida de credibilidad. Tampoco es adecuado usar el humor para camuflar errores o esquivar críticas.
Hace click aquí para mas información